Ayer por la tarde hicimos en el centro donde iba a clases de corte y confección, el acto de fin de curso. Además, inauguramos una exposición con algunos de los trabajos hechos en las clases a lo largo del año y luego tuvimos pinchos (esto es Galicia, y una celebración sin comida no es una celebración).
Pese a todo pronóstico, yo llegué bien a entregar mis trabajos. ¡Qué estrés de semana! Creo que ya os hablé de mi traje vikingo, ¿no? Pues tuve que hacerlo yo sola en casa en apenas una semana. El martes lo cortamos en clase, en casa entre el martes por la noche y el miércoles monté todas las piezas y lo dejé listo para coser. El jueves en clase lo probé, le dieron el visto bueno y durante el fin de semana le hice todo lo que quedaba por hacerle: costuras a máquina, costuras a mano, planchado, bajos, le hice mangas, le puse la cremallera y le hice el bies del cuello. Llegué a entregarlo el miércoles por la mañana justita. Tan justita que quería haberle hecho los broches tortuga y que fuese con ellos puestos a la exposición, pero no me dio tiempo.
Ya os contaré más cosas de qué es eso de los broches tortuga, cómo vestían las vikingas y esas cosas. Necesito una entrada entera para eso.
Pero ahí está mi hito, y mi “examen de final de curso”. Lo pongo entre comillas porque no tuvo nota y porque no era obligatorio que lo hiciese, pero me quise poner a prueba. Y la prueba está más que superada, a juzgar por la reacción de la profesora (que os cuento después ;) ).
El centro al que fui a clases este curso tiene un montón de actividades y grupos diferentes, y entre todos se hizo la exposición. Hay dos grupos de manualidades diferentes, que también hacen algo de restauración, hay un grupo de labores varias que hacen desde patchwork hasta bordado, estamos las de corte y confección, y hay otro grupo de palillo (que por España adelante le llamáis “bolillo”). Y en la exposición hay trabajos de todos:
Solo saqué una foto del ambiente de ese día, porque una de las monitoras me vio con la cámara y me dijo que nada de sacarle fotos a las cosas. Que se ve que sus bolsos con anillas de refrescos y sus fofuchas no están por todo internet y alguien le puede copiar. Así que si después de ver las fotos tenéis unas ganas irrefrenables de hacer una fofucha, os lo pido: por favor, no lo hagáis. Aunque ya sabéis qué pienso del copyright, el copyleft y los beneficios de compartir.
Volví hoy por la mañana, cuando la exposición estaba casi vacía, para poder sacar fotos a gusto, sin molestar a nadie y sin sacar a nadie que no quisiera salir.
Y aquí, mi vestido, que en esta percha luce mucho más que en la de mi casa. No os voy a contar nada de él de momento. Como dije, tendrá su propia entrada.
Había más cosas de mi grupo de corte y confección, casi todas medievales, pero tuve que elegir qué fotos sacar, y fueron unas de las cosas a las que no les saqué foto.
Antes de abrir la exposición tuvimos un pequeño acto, donde la directora del centro dio gracias a todos los trabajadores por ayudar, a los asistentes por mantenerlo vivo y aprovechamos para despedirnos de mi profesora de corte y confección. Se jubila (por segunda vez) con los 88 años recién cumplidos, y con mucha pena, porque la cadera y las piernas ya no le responden bien y le cuesta mucho llegar a clase. Es una profesora tan increíble que dicen que nadie quiere ocupar su puesto porque es mucha responsabilidad sustituirla, y es posible que el próximo año no haya cursos de corte y confección (yo creo que alguien lo hará al final, pero de momento la plaza está vacía).
Pues al salir del acto y de la exposición, mi profesora me paró. Y me dijo que se acaba el curso y que ya no vendrá a dar clases, pero que a mí me quiere seguir enseñando. Que soy una chica que promete mucho en la costura, que aprendo rápido y que vaya a su casa a seguir aprendiendo.
Por supuesto, acepté, y llevo desde entonces en las nubes. Esta señora lleva unos 60 años dando clase, ha tenido diferentes academias, ha formado a ya no se sabe cuántas costureras profesionales, y ve en mí madera y quiere formarme. Piensa que puedo llegar a vivir de la costura profesional, y voy a aprovechar esta oportunidad todo lo que pueda.
¡Y yo que hace 8 meses de coser lo único que sabía era lo que había experimentado con el amigurumi!
Este fin de semana es fiesta en mi pueblo, pero el lunes me acercaré a su casa a decirle que no quiero vacaciones de verano. Que quiero seguir y cuánto antes, mejor.
Manga ranglán, ¡no te escapas!
Ains. Ha sido un gran curso y voy a echar a muchas compañeras de menos...
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