Hace una semana, el viernes pasado, tomábamos el parque Ribalta de Castellón para vestir los árboles de prendas tejidas. Fue mi primera intervención de urban knitting, pero fue con permiso (y promocionado) por el Ayuntamiento.
Con motivo del Día Internacional contra la violencia de género, el Ayuntamiento puso a tejer a muchísimas asociaciones y colectivos para conseguir cubrir todos los árboles del pasillo central del parque. A mí me avisaron de La oveja Lacha para colaborar con el árbol que le habían asignado, e hicimos muchas flores. Muchísimas flores. Para quien no sabía tejer les dieron unas clases introductorias e hicieron bufandas larguísimas en las que envolvieron los árboles. Otra gente las acompañó de pompones, otra hizo mandalas... aunque todas nos movíamos en la misma gama cromática hicimos cosas muy diferentes. No sé quién hizo bufandas con cara y se ocupó de las farolas.
La mañana del viernes la pasé en la calle, entre decorando el árbol y entre ver qué estaba haciendo la otra gente. Pusieron mesas por el parque con más ovillos y agujas para seguir tejiendo. Y somos como moscas a la luz: no tardamos en sentarnos a tejer. Poco después se sentaron dos chicas a mi lado con cara de envidia y les di sendos ganchillos y les enseñé un par de puntos para que hicieran también flores.
De esa mañana en Ribalta me llevo muy buenas sensaciones. Me pareció precioso ver a tantas mujeres tan diferentes haciendo lo mismo por la misma causa. Mujeres de todas las razas, edades y religiones, ayudándose a montar los árboles, a tejer unas vueltas más o enseñando a agarrar un ganchillo.
Me llevo también la pena de que apenas hubo hombres implicados. La violencia de género nos afecta a nosotras, pero si ellos no se conciencian y no se involucran el problema no se puede solucionar.
Esa mañana en Ribalta, solamente empleando cerca de 1000 ovillos en decorar árboles, se envían muchos mensajes: repulsa general en contra de la violencia de género. La necesidad de la prevención para que las generaciones que vengan no tengan que pasar el infierno que es actualmente. Y la petición de una ley que garantice la seguridad de las mujeres que tienen que vivir con semejante problema. Este año van 93 mujeres asesinadas a manos de sus maridos, ex maridos, novios o ex novios. Pero son muchísimas más, muchísimas, las que viven con terror a que alguien en quien depositaron toda su confianza siga humillándolas, despreciándolas, impidiéndoles hacer su vida normal, amenazándolas, y en el peor de los casos, pegándoles y o matándolas.
Hay muchas más víctimas de la violencia de género que las asesinadas, y necesitan seguridad y protección. Como dicen todos los árboles, estamos ahí para ayudar quien lo necesite. Hay salida y hay otra vida más allá del maltratador.
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