Los primeros días después de que saliera el tema me dio la impresión de que los blancos, por una vez, estábamos teniendo un comportamiento decente ante estas denuncias: había mucha gente incrédula, pero también había otros que, como yo, son conscientes de que tenemos mucho que aprender y que a veces metemos la pata y hacemos daño aunque no sea nuestra intención.
Pero, según estuve leyendo, en los días siguientes la cosa se fue chafando. En vez de dejar que las personas racializadas se organizasen y nos contasen qué deberíamos cambiar, los blancos de apresuraron a crear “espacios seguros”, a intercambiar consejos para reducir el racismo en las comunidades tejedoras y muchas cosas más… sin dejar que las personas realmente afectadas por este tema tomasen la palabra.
Desde el activismo feminista he aprendido varias cosas. Una de ellas, y que es muy relevante en este tema, es que es inútil que los privilegiados propongan soluciones a las personas discriminadas. De la misma manera que no vale de nada que un hombre proponga medidas para reducir el machismo en los colegios (por poner un ejemplo), yo, como blanca viviendo en España, no puedo dar consejos para eliminar el racismo en la comunidad tejedora.
Lo mejor que puedo hacer es escuchar, comprender y actuar como me pidan las personas afectadas por el racismo.
Blancos salvadores
Para poder crear una sociedad mejor, más inclusiva y más considerada con todas las personas que la forman, el primer paso es admitir que no somos una sociedad perfecta. Vivimos en una sociedad en la que ser “diferente” al modelo de hombre blanco, joven, heterosexual, español (porque escribo desde España), etc., es ir perdiendo privilegios o facilidades. Las mujeres viven una opresión diferente de la de los negros, que viven una opresión diferente a la de las lesbianas, que viven una opresión diferente a la de los árabes, por ejemplo. No se trata de ir juntando opresiones y hacer una competición a ver quién lo pasa peor: pero es importante tener en cuenta todos los factores que pueden dificultar la vida de una persona que vive entre nosotros.Como decía antes, solo si somos conscientes de que estas diferencias existen, podemos luchar para cambiarlas y crear una sociedad mejor.
Yo soy blanca y paya. Soy consciente de que tengo privilegios frente a las mujeres negras, las mujeres gitanas, las mujeres árabes, etc., por el simple hecho de ser blanca. No he vivido su vida, no he vivido en su piel. Sé que esta sociedad blanca no es justa con ellas, y aunque me he esforzado en leerlas y escucharlas, hay mil detalles y situaciones que ellas afrontan a lo largo de su vida que yo desconozco.
¿Cómo hacer las comunidades tejedoras mundiales más inclusivas, más seguras y más agradables para todas las personas que tejan, sin importar su color de piel, su orientación sexual, su país de origen? Dejemos que ellas nos lo cuenten. Demos tiempo para que se organicen, para que decidan por dónde tenemos que empezar, qué es lo que más les molesta o lo primero que podemos solucionar. Démosles tiempo para poner en palabras toda la vorágine de información que hemos estado viendo estos días.
Como soy blanca, no puedo dar consejos para terminar con el racismo. No estoy capacitada para “educar” (como se dice en las comunidades anglosajonas) a mis cercanos, ni para decidir qué es racista y qué no lo es.
Por suerte, no hace falta. Porque hay personas racializadas (casualmente ahora mismo solo puedo pensar en mujeres) que ya han hablado de esto desde hace mucho. Se han esforzado en transmitir sus experiencias, en reflexionar por qué ciertos comportamientos que a nosotros nos parecen inocentes en realidad son racistas, y también han invertido tiempo en educarnos para ser mejores personas.
Los blancos no podemos decidir cómo dejar de ser racistas, de la misma manera que no decidimos qué es racista y qué no. Eso solo lo pueden decir las personas racializadas.
Mientras dentro de la comunidad tejedora se van organizando y nos dicen qué empezar a cambiar, podemos empezar a aprender y a sensibilizarnos sobre el racismo en general. El discurso antirracista no es algo que haya surgido el mes pasado, y contamos ya con bastantes recursos para ir leyendo o viendo mientras.
Ser blanco y tener que arreglar las vidas de las personas racializadas sin contar con su opinión sí es racista.
Recursos en español
Aunque la conversación surgió en un ambiente anglófono (Australia, concretamente), también ha salpicado España. Este blog ya no tiene lectores habituales, pero está escrito en español, así que he recopilado recursos en esta lengua, porque es lo más inmediato y será accesible para todos los lectores que lleguen aquí. Mientras las tejedoras del mundo se organizan, podemos empezar por escuchar a estas personas:-Desirée Bela-Lobedde. Es una de las grandes activistas antirracistas en España. Su cuenta de Twitter (@desiree_bela) es muy activa, tiene una columna en Público y acaba de publicar su primer libro entre muchas otras cosas. De entre todo lo que ha publicado, creo que para este tema es especialmente interesante Decálogo para una buena aliada antirracista.
-Roxane Gay. A Roxane Gray se le ha publicado en España por sus textos feministas, pero además de mujer, es negra. Sus textos no solamente hablan de ser mujer, también hablan de su raza, ya que su identidad es indivisible. En español, Capitán Swing ha publicado tres libros.
-Aunque la temática central del canal de Youtube de Buzzfeed Lola sea feminista, le da voz y espacio a las reflexiones antirracistas. Empezar a conocer a Lucía-Asué Mbomío es necesario y tiene un vídeo presentándose, pero este sobre la importancia de las palabras y cómo no es casualidad cómo las elegimos este buenísimo:
-Tengo que admitir que en cuanto a activistas gitanos, conozco menos. Sin embargo, Gitanas feministas son activas, y tienen grandes textos como “Las gitanas nos achantamos la mui”. No es un texto tan directo como el de Desirée Bela, pero si leemos entre líneas tenemos muchísimo que aprender de él.
-Los gitanos atacan a Rosalía: aprovecho el tema de Rosalía y todos los problemas que tiene con la cultura gitana, para recomendar este artículo, que habla de muchos temas interesantes, como el respeto a las culturas ajenas, los estereotipos y la realidad del pueblo gitano.
Y aquí entono un mea culpa. A pesar de que España tiene muchísimos inmigrantes del norte de África, no sé nada de la comunidad árabe. Leí un libro sobre la situación de los guetos en Francia (Ni putas, ni Soumisas, de Fadela Amara), pero creo que no se pueden comparar los dos países.
Si alguien conoce algún activista o texto interesante relacionado con la situación de las mujeres o los árabes en España, agradeceríamos todos mucho que lo dejase en los comentarios.
De la misma manera, los comentarios están abiertos a otras aportaciones parecidas, que nos ayuden a ir conociendo mejor los diferentes grupos raciales que viven en nuestros países y nos cuenten, con sus palabras, qué creen que tenemos que mejorar en nuestra sociedad.
La culpabilidad
Aceptar que vivimos en una sociedad racista y que por lo tanto tenemos comportamientos racistas no nos hace peores personas. Si nos negásemos a aceptar que no somos perfectas y que podemos mejorar sí lo seríamos.No creo que debamos sentirnos culpables, sino determinadas a escuchar, a aprender y a cambiar. A no desentendernos de este tema, a no olvidarnos de que hay una gran cantidad de tejedoras por el mundo, en nuestro país y en nuestra ciudad, que no se sienten cómodas o seguras compartiendo proyectos o tiempo con nosotras; y que en nuestra mano también está cambiarlo.
Tenía otro texto diferente para volver al blog, pero este me parece un tema bastante mejor. Cuando vuelva a poder arañar un par de horas, haré y subiré ese otro texto.