Estoy yendo a clase de costura y patronaje desde octubre. Apenas he hablado de ello en el blog, pero no es porque no esté haciendo cosas. Me gusta muchísimo lo que estoy aprendiendo, y estoy aprendiendo mucho y bastante rápido.
El ambiente que hay en clase es muy... pintoresco. Soy la más joven con una diferencia de 40 años, más o menos. En realidad, hay dos chicas más de casi 30 años; pero sin contarlas, el resto de compañeras hace mucho que pasaron de los 50. Muchas de ellas ya saben coser y van a clase para tener una segunda opinión a la hora de hacer las cosas, y otras van simplemente por tener charla. Las jóvenes vamos a aprender desde 0, y vamos avanzando, cada una a su ritmo.
Nuestra profesora es la mejor profesora que podría haber encontrado: es una modista de 87 años (nos lo repitió esta semana) que lleva toda su vida dando clases de costura y cosiendo. Vi fotos de ella dando clases de costura y labores a las niñas en el colegio en tiempos de Franco. Nos estuvo contando todas las academias en las que estuvo dando clase, y como soy amiga de una nieta suya, sé bien lo que es capaz de hacer desde hace mucho tiempo. Para ella coser es tan natural como respirar. Y tiene muy buen gusto.
Al llegar el primer día, yo sabía enhebrar una aguja porque desde hace tiempo cosía un poco de fieltro, alguna vez puse un botón caído... pero no mucho más. Así que la profesora me dijo que empezaríamos desde 0. Y es mentira, porque empezamos desde 1: me puso a su lado con las reglas y el papel y empezamos con el patrón de un pantalón; pensó que el patrón de la falda era demasiado sencillo como para perder el tiempo en explicarlo.
Hace dos semanas me dijo que ya domino todos los patrones básicos y que ahora tengo que empezar con las modificaciones. Ya controlo falda (no tiene ningún misterio), pantalón y cuerpo-camisa con y sin mangas. A medida que iba aprendiendo los patrones iba cosiendo cosas a partir de ellos: en clase hice una falda, un vestido y estoy terminando un pantalón.
Lo segundo que cosí, un vestido: tiene corte debajo del pecho y luce mejor puesto. Cuando compré la tela fui una inconsciente y elegí una de cuadros: mi profesora me hizo casarlos todos. Todas las líneas horinzontales (y algunas verticales) del vestido están perfectamente colocadas.
Aún tiene hilvanes porque la profesora me dijo que le hiciera las bastas a mano con puntada invisible, pero a mí no me gusta esa manera de cerrar y estoy intentando convencencerla de que me deje hacerlo a máquina.
Y lo que estoy haciendo ahora: un pantalón corto. Como va a ser para invierno, el tiro le llega hasta la cintura. Aún tengo bastante que trabajar en él: tengo que decidir el largo de las patas, ponerle cremallera, la cintura, el cierre... aún tengo para un par de semanas.
Pero en casa, por mi cuenta estoy aprendiendo otras cosas. Sobre todo me he puesto a coser a máquina; porque sabía enhebrar una aguja, pero nunca había tocado ninguna máquina.
Después de hacer algunas líneas rectas, quise empezar con las curvas haciendo un conejo de peluche y me alegro de que haya desparecido porque así no hay pruebas materiales de semejante aberración. También estoy subiendo pantalones, arreglando mangas y cosas así en casa. Además, hacía tiempo que se me había antojado un antifaz para dormir:
Patrón y tutorial aquí, aunque al no hacerla en fieltro improvisé algo.
(en un principio lo hice para los viajes de madrugada en avión, que estoy haciendo unos cuantos, pero mi padre me dijo que en el avión me dejaron entrar con una navaja, pero que con él me detienen seguro - ¿no os conté del día que entré a un avión con una navaja?)
También hice una funda de cojín siguiendo el tutorial de Chita Lou:
Y durante las vacaciones de Navidad me hice esta falda. Quizás debería haber esperado a que en clase me hubiesen enseñado a fruncir, y tiene varios errores: algunos sé por qué son y no volveré a repetirlos y otros no tengo ni idea de qué ha pasado y posiblemente vuelvan a aparecer. Pero me encanta la falda y ya me la estoy poniendo:
Por detrás le puse un lazo. Uno de los errores que no entiendo es por qué la tela negra sobresale más por detrás: corté el patrón recto, monté todas las piezas rectas en la cintura, y cuando estiro la falda, desaparece. pero al ponerla y al tirarla sobre la cama, aparece de nuevo. Me tiene intrigada. Estos cuadros no me preocupé de casarlos: de todas maneras, al estar fruncidos, no se nota.
Como también me pasa con la lana, la lista de proyectos pendientes es más grande que la de completados. Todo lo que me queda por hacer. Por lo menos, como dije en la entrada anterior, quiero copiarle un vestido a Amelie Poulain y voy a hacerlo en clase. También tengo que hacerme (por presión social) un vestido nuevo para el Mercado Mevieval, junto al de mi hermano.
Y como no me parecía suficiente trabajo, me propuse que cuando llegue este verano quiero tener el nivel suficiente para hacerme un corsé o corpiño yo sola, con sus ballenas y todo. Ahí, sin presión.
Y como no me parecía suficiente trabajo, me propuse que cuando llegue este verano quiero tener el nivel suficiente para hacerme un corsé o corpiño yo sola, con sus ballenas y todo. Ahí, sin presión.
Cuando empezamos en octubre, vino una chica que quería aprender, pero no quería coser para ella. Le decía que cosiese una falda, y decía “es que no me pongo faldas”, le decían que entonces un pantalón y decía “es que solo llevo vaqueros”. A las tres semanas dejó de venir, porque no hacía nada.
No entiendo a la gente que no quiere coser para sí misma. La primera falda que hice tiene corte de vieja y las primeras veces que me la puse hasta me resultaba incómoda. Pero el momento en que terminé de coserle el cierre y la colgué en el armario compensó todo eso. El momento en el que ves algo y dices “ya está terminado” y deja de ser un proyecto a ser algo que vas a usar compensa todo el trabajo, incluso que no sea algo que normalmente te pondrías. Te lo pones igual y te gusta igual, porque lo has hecho tú.
En este curso estoy aprendiendo muchas cosas. Arreglos, patrones y a modificarlos de memoria a partir de una base, coser a máquina, aprender a organizarme el tiempo para ir aprendiendo a mi ritmo... Y esta profesora me está aportando algo que creo que la mayor parte no me podrían dar: el no tener miedo. Cualquier cosa se puede hacer, cualquier cosa se puede arreglar. Y no hay nada demasiado difícil, si vamos paso a paso y corrigiendo (y llenando todo de hilvanes y alfileres). Coser no es magia, coser es técnica y paciencia.
E hilvanes y alfileres.
E hilvanes y alfileres.
Que envidia me das, muchacha... que valor... y que lista tienes O.o
ResponderEliminarQué interesante! Donde son esas clases de costura?
ResponderEliminarKelen, no es tanto valor como pensar dos veces antes de cortar algo y no tener miedo. No es tan difícil como parece, y equivocarse es mucho más difícil de lo que parece xD
ResponderEliminarJavier, las clases las doy en mi pueblo, donde vive esta señora. Imagino que este tipo de clases son más fáciles de encontrar en pueblos que en ciudades, pero preguntando en Coruña (sobre todo en tiendas de telas) me dieron referencias de clases similares. No sé de dónde eres, pero si tienes interés seguro que encuentras algo ;)